vecindad

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lunes, 1 de julio de 2019

La Magia de un Barril



No, con el título no pretendo hacer alusión a la persona de la que pienso escribir en esta ocasión, aunque no deja de haber cierta relación. El caso es que por diferentes motivos en más de una oportunidad se me hizo esquiva la posibilidad de un encuentro con esta celebridad. Me refiero nada más y nada menos que al gran Edgar Vivar, quien se hiciera famoso como el recordado casero de la vecindad del Chavo: El señor Barriga.

Como sabe muy bien todo aquel que me conozca, soy súper fan de Chespirito y todo lo que se le relacione. Logré conocer a algunos actores de su elenco e incluso verlo a él mismo sobre las tablas cuando trajo a Perú la obra 11 y 12 el año 2008. Por otro lado, aunque Edgar Vivar vino varias veces al Perú, mi primer acercamiento lo tuve el 2015, cuando lo vi en la obra En el Parque, que retrataba la historia de dos viejecitos, interpretados por él y por el recordado Ricky Tosso, quien llegó a ser su gran amigo en la vida real.


Los amigos brasileños, por su parte, contaron en más de una ocasión con un show único que traía al mismísimo señor Barriga en un unipersonal en el que recordaba vivencias y anécdotas de la tan querida vecindad. Grande fue mi sorpresa cuando el 2017 se anunció que ese espectáculo finalmente llegaría al Perú de la mano de un circo en una de sus giras, pero mayor fue mi sorpresa cuando al llegar el día del evento me encontré con que no había ni funciones, ni circo, ni nada…vamos, que ni la carpa había quedado.

Una vez en el desolado y solitario lugar miré la dirección del boleto, miré el nombre de la calle, miré a mi alrededor y no, no me había equivocado de sitio, pero como el asunto no dejaba de ser demasiado insólito volví a mirar la dirección del boleto, volví a mirar el nombre de la calle y volví a mirar a mi alrededor, repitiendo a continuación todo el proceso un par de veces más hasta que supongo que en mi interior acepté el desengaño.


Resulta que por alguna razón que desconozco y que lamentablemente jamás se anunció, el circo canceló todas sus funciones después de las primeras presentaciones, por lo que, el día que yo llegué, el lugar donde alguna vez hubo una carpa estaba más descampado y vacío que la cabeza de un calvo. En el camino pude ver otras personas que al igual que yo, con el boleto en la mano, vivían la misma amarga experiencia de dar la media vuelta y regresar por donde vinieron.

Finalmente, por puritita casualidad, el 2019 me topé con el anuncio de la llegada de ese show que me quedé sin ver dos años antes: Edgar Vivar: Es joven aún. En esta ocasión solo habría una fecha de presentación y con diferentes patrocinadores, así que ni corto ni perezoso aseguré mi entrada.


Llegado el día miré bien la dirección del boleto, miré bien el nombre de la calle, miré a mi alrededor y todo se veía en orden. Tomé mi lugar y tras unos minutos de espera se apagaron las luces, se encendieron los reflectores y tras una proyección de video introductoria, teniendo de fondo la entusiasta voz del presentador, apareció la tan conocida figura del personaje que tanto había esperado conocer: don Zenón Barriga y Pesado.


Sí, ese es su nombre, y es que, aunque ya era bueno conocer al gran Edgar Vivar, ver al mismísimo señor Barriga en persona fue espectacular, algo que temí no lograr…y aunque ya no le hacía tanto honor a su apellido como en otros tiempos, el carisma demostrado seguía tan presente como siempre.


El show no tuvo precio…bueno, sí lo tuvo, pero creo que se entiende la idea. Anécdotas, vivencias, canciones e interacciones con el público formaron parte de la función, incluso videos exclusivos de su archivo personal ya que Edgar solía grabar frecuentemente al elenco del Chavo con su cámara Super-8. Aunque no logró venir con su hijo Ñoño sí trajo el maletín original que usaba cuando grababa la serie, el último que utilizó y del que sacó otro tanto de nostalgias. La experiencia como show de por sí fue muy buena, pero se maximizaba exponencialmente si además eras muy fan del personaje.


Lo que remataba de manera genial la jornada era la posibilidad de conseguir una fotografía junto al estelar del espectáculo, cosa que no dude en buscar por más cola que tuviera que aguantar. Y precisamente en esa fila, mientras esperaba esa oportunidad, fue cuando vino a mi mente el título de la presente entrada del blog.

Sucede que sobre el escenario permanecía un barril, prácticamente una copia del que usaba el Chavo en la vecindad, y todo el que salía de fotografiarse con Edgar Vivar pasaba por allí, pero no solo pasaban sino que se quedaban y hasta hacían cola para seguir tomándose fotos junto a él, no solo los niños sino incluso algunos que hace muchísimo tiempo dejaron de serlo, aunque aparentemente solo en el exterior. El entusiasmo de absolutamente todos, mientras lo hacían, llamó poderosamente mi atención y es que, claro, ese no era el barril original, ya se habían tomado la foto de rigor con el actor, pero nadie quería dejar pasar la oportunidad de jugar y plasmar esos momentos también con el barril.


“Pero solo es un barril”, podría alguien decir; sin embargo, aunque solo fuera eso, me di cuenta que no era solo por el barril (tan igual a muchos otros) por lo que se quedaba la gente, sino por lo que representaba…y es allí donde radicaba precisamente la magia de este objeto, pues evocaba buenos recuerdos y alegrías relacionadas a un programa de televisión de casi medio siglo de existencia, pero que todavía sigue vivo en los corazones de personas mayores, no tan mayores y hasta de las nuevas generaciones, que al verlo sueltan más de alguna risa por más repetitivas que se hayan vuelto aquellas retransmisiones.


Por supuesto, yo tampoco dejé pasar la oportunidad, pero aunque me quede con recuerdos tangibles de aquella noche que me fue tan especial, queda una lección que sin duda este gran actor con su show nos quiso recordar, pues con su propio ejemplo y citando además la letra de una de las canciones de Roberto Gómez Bolaños, demostró que por más que pasen los años, al igual que Edgar Vivar, uno puede seguir siendo joven aún.

Mucha Barriga en conocerlo señor Gusto, vuelva pronto.



P.D. Si es la vecindad del Chavo, ¿por qué el señor Barriga es el que cobra la renta? Algún día se lo preguntaré :v