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miércoles, 14 de octubre de 2015

Se llamaba Chespirito (Parte 1)


<< Por las calles de Bogotá se agolpa una multitud compuesta por un número de personas que,  según cálculos oficiales del Gobierno Colombiano, sobrepasa los tres millones. Inevitablemente hay empujones, apretujones, desmayados, ataques de histeria, etc. Todo como consecuencia del incontrolable afán de contemplar de cerca al ídolo; o de tocarlo, si fuera posible.

Camiinata de la Solidaridad - 1982
¿Pero quién es el relevante personaje que provoca todo esto? ¿Un héroe nacional? ¿El campeón mundial de una disciplina deportiva? ¿El Santo Padre? No. En esta ocasión el personaje no es más que un niño pobre. ¡Mentira!... Es un adulto disfrazado de niño pobre, y la gente lo sabe. ¡Pero qué importa! De cualquier modo se trata de "EL CHAVO DEL OCHO". >> *
* Extracto escrito por Florinda Meza en
El Diario de el Chavo del Ocho
de Roberto Gómez Bolaños.

El creador y además intérprete de este célebre personaje es el genial y sin igual Roberto Gómez Bolaños. Todo aquel que me conoce sabe perfectamente bien lo mucho que me encanta y apasiona hablar y conocer todo lo relacionado a las creaciones de este señor, lo cual sin duda engloba a sus personajes de televisión, pero que va muchisisísimo más allá de la pantalla e incluso muchisisísimo más atrás en el tiempo.

Ya el mismo Chespirito se encargó de registrar magistralmente un relato detallado y pormenorizado de su propia biografía en el libro Sin querer queriendo. Memorias, incluyendo allí detalles inéditos y muy jocosas anécdotas enriquecidas además con ese gran dominio del idioma que lo caracterizaba. 


Debido a ello en esta ocasión no pretendo dar un resumen más acerca de su vida, sino que procuro reunir (y acaso ordenar lo más cronológicamente posible) ciertos detalles de su trayectoria hasta cierto punto desconocidos por la mayoría, aunque muy cercanos para otros, como el gran grupo de fanáticos del que hace solo algunos años desconocía su existencia.


UN POCO DE HISTORIA

Hijo de Francisco Gómez Linares y Elsa Bolaños Cacho, el casi frustrado nacimiento de Roberto se dio en Ciudad de México el 21 de febrero de 1929. Pese a que estudió ingeniería en la Universidad Nacional Autónoma de México comenzó a trabajar en Publicidad D’Arcy, donde comenzó como aprendiz de escritor de radio y televisión.

Uno de los primeros trabajos que tuvo a su cargo fue la elaboración de libretos para un programa de radio que se llamaría Galería Musical, pero, entre otras cosas, también escribía presentaciones de programas y jingles, donde ya dejaba ver cierto sentido del humor.

Es así que le ofrecieron escribir los diálogos de un programa radiofónico de comedia, el de un dúo que en esos momentos comenzaba a surgir: Viruta y Capulina, a quienes más adelante seguiría escribiendo sus guiones solo que ahora para la televisión en el programa de canal 2 llamado Cómicos y Canciones Adams, ya que estaba auspiciado por Chiclets Adams.


La inesperada ausencia de un actor en el programa, que por ese entonces se grababa en vivo y sin apuntadores, prácticamente lo obligó a suplir dicho lugar pues al haberlo escrito conocía todas las líneas. El experimento gustó y fue así como poco a poco fue teniendo pequeñas, aunque cada vez más frecuentes, participaciones.

Algún tiempo después la partida de Juan Lozano hizo que le pidieran a Chespirito reemplazarlo como guionista de otro programa. Es así que comenzó a escribir paralelamente los libretos de: El Estudio Raleigh de Pedro Vargas, el cual competía con Cómicos y Canciones (también escrito por él) en cuanto a liderar la sintonía cada semana.


Cuando los productores de cine se fijaron en Viruta y Capulina, Roberto también fue llamado para escribir guiones cinematográficos para ellos. El primero que hizo le gustó tanto a Agustín P. Delgado que lo elogió diciendo que era un pequeño Shakespeare (en alusión a su baja estatura) y empezó a llamarlo cariñosamente “Shakespearito”, diminutivo que terminó por convertirse en su apelativo: Chespirito.


SÁBADOS DE LA FORTUNA

A principios de 1969 el cubano Sergio Peña fue contratado para encargarse de buena parte de lo que sería la programación de Televisión Independiente de México (TIM), el por entonces nuevo canal 8, por lo que llamó a Roberto para que fuera parte importante de su equipo.

Es así que escribió la primera serie humorística que llegó a protagonizar. El título inicial fue El Ciudadano, pero al quedar elegido para el rol principal lo terminó llamando: “El Ciudadano Gómez”. El programa consistía en las jocosas desventuras de un sujeto que solía meterse en aprietos por defender a los más necesitados. Constó de 13 episodios para cubrir un ciclo de tres meses, pero fue considerado tan buen producto que fue guardado como arma de contraataque para enfrentar a Telesistema Mexicano, canal de la competencia.


La programación de Canal 8 presentaría todas las semanas Sábados de la Fortuna, un programa constituido por bailes, canciones, rutinas cómicas, concursos y sorteos, entre otras variedades. Sergio Peña le dio a Chespirito dos espacios de aproximadamente 10 minutos cada uno para que hiciera lo que quisiera, naciendo en uno de ellos el segmento de “La Mesa Cuadrada”, que parodiaba los programas de mesa redonda.


LOS SUPERGENIOS DE LA MESA CUADRADA

Tres “supergenios” conformaban el grupo que respondía en forma disparatada preguntas de cartas enviadas supuestamente por el público. Dicho grupo estaba constituido por el Profesor Rubén Aguirre y Jirafales, el Ingeniebrio Ramón Valdés y Tirado Alanís y el Doctor Chespirito Chapatín (personaje retomado de un proyecto anterior que nunca vio la luz llamado El Hotel de Kippy, estelarizado por Kippy Casado).

Las cartas eran leídas por “el licenciado Aníbal de Mar y Buen Rostro”, interpretado por Aníbal de Mar, compañero cubano del inolvidable Tres Patines y conocido por su rol como “el tremendo Juez”. También había una secretaria representada por Bárbara Ramson, quien al emigrar al canal de la competencia fue sustituida por María Antonieta de las Nieves, quien se encargaría de leer las cartas tras la salida de Aníbal de Mar.


Esta sección tuvo tanto éxito que en octubre de 1970 se convirtió en una serie propia: Los Supergenios de la Mesa Cuadrada, donde además se presentaban diversos scketches. Uno de los segmentos que nació en esta época y alcanzó rápidamente gran popularidad fue el del Chapulín Colorado. También fue recurrente una primera versión de Los Caquitos, los que con el tiempo se convertirían en el Chómpiras y el Peterete.


Para 1971 el título del programa cambió a Chespirito y la Mesa Cuadrada, hasta quedar finalmente ese mismo año como Chespirito.

 



Para sorpresa de todos, y pese a que fue lo que motivó a Canal 8 a darle un espacio propio, Chespirito decidió eliminar la sección de La Mesa Cuadrada, en parte por la burla injusta que él consideraba que hacían de mucha gente famosa.

Es así que cobran mayor trascendencia otros scketches como el del Chapulín Colorado y el de la primera versión de Los Chifladitos: Chaparrón Bonaparte y Lucas Tañeda (interpretados por Chespirito y Rubén Aguirre respectivamente). A pesar de que este scketch no alcanzaba a tener el enorme impacto del Chapulín, sí era un estupendo complemento de la serie.


Durante algún tiempo los fanáticos discutieron sobre la existencia de los chifladitos a inicios de los 70 pues aunque el mismo Chespirito lo había confirmado no se tenía ninguna prueba fehaciente sobre la aparición de estos personajes antes de 1980.

Sin embargo, el año 2009 la pagina oficial Chespirito.com sacó a la luz fotos que demostraron su existencia durante aquella época. Por si fuera poco el 2010 apareció una revista de historietas (Chapulín Colorado número 122 del 26 de diciembre de 1975) que los presentaba en ese entonces como “Los Locos”.


Finalmente, en mayo del 2011 se encontró un video en internet que mostraba en buena calidad un episodio completo de los chifladitos a inicios de los 70, donde se podía ver el uso de una entrada que los mostraba en dibujos y con los mismos nombres con los que reaparecerían una década después. 



El posterior descubrimiento de revistas Tele Guía que hacían menciones directas o mostraban fotografías de estos personajes simplemente ratificó la popularidad que lograron alcanzar.


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