No, con el título no pretendo hacer alusión a la persona de
la que pienso escribir en esta ocasión, aunque no deja de haber cierta
relación. El caso es que por diferentes motivos en más de una oportunidad se me
hizo esquiva la posibilidad de un encuentro con esta celebridad. Me refiero
nada más y nada menos que al gran Edgar Vivar, quien se hiciera famoso como el
recordado casero de la vecindad del Chavo: El señor Barriga.
Como sabe muy bien todo aquel que me conozca, soy súper fan
de Chespirito y todo lo que se le relacione. Logré conocer a algunos actores de
su elenco e incluso verlo a él mismo sobre las tablas cuando trajo a Perú la
obra 11 y 12 el año 2008. Por otro lado, aunque Edgar Vivar vino varias veces
al Perú, mi primer acercamiento lo tuve el 2015, cuando lo vi en la obra En el
Parque, que retrataba la historia de dos viejecitos, interpretados por él y
por el recordado Ricky Tosso, quien llegó a ser su gran amigo en la vida real.
Los amigos brasileños, por su parte, contaron en más de una
ocasión con un show único que traía al mismísimo señor Barriga en un
unipersonal en el que recordaba vivencias y anécdotas de la tan querida
vecindad. Grande fue mi sorpresa cuando el 2017 se anunció que ese espectáculo
finalmente llegaría al Perú de la mano de un circo en una de sus giras, pero
mayor fue mi sorpresa cuando al llegar el día del evento me encontré con que no
había ni funciones, ni circo, ni nada…vamos, que ni la carpa había quedado.
Una vez en el desolado y solitario lugar miré la dirección
del boleto, miré el nombre de la calle, miré a mi alrededor y no, no me había
equivocado de sitio, pero como el asunto no dejaba de ser demasiado insólito
volví a mirar la dirección del boleto, volví a mirar el nombre de la calle y
volví a mirar a mi alrededor, repitiendo a continuación todo el proceso un par
de veces más hasta que supongo que en mi interior acepté el desengaño.
Resulta que por alguna razón que desconozco y que
lamentablemente jamás se anunció, el circo canceló todas sus funciones después
de las primeras presentaciones, por lo que, el día que yo llegué, el lugar
donde alguna vez hubo una carpa estaba más descampado y vacío que la cabeza de un calvo.
En el camino pude ver otras personas que al igual que yo, con el
boleto en la mano, vivían la misma amarga experiencia de dar la media vuelta y
regresar por donde vinieron.
Finalmente, por puritita casualidad, el 2019 me topé con el
anuncio de la llegada de ese show que me quedé sin ver dos años antes: Edgar
Vivar: Es joven aún. En esta ocasión solo habría una fecha de presentación y con diferentes
patrocinadores, así que ni corto ni perezoso aseguré mi entrada.
Llegado el día miré bien la dirección del boleto, miré bien
el nombre de la calle, miré a mi alrededor y todo se veía en orden. Tomé mi
lugar y tras unos minutos de espera se apagaron las luces, se encendieron los
reflectores y tras una proyección de video introductoria, teniendo de fondo la entusiasta voz del presentador, apareció la tan conocida figura del personaje que
tanto había esperado conocer: don Zenón Barriga y Pesado.
Sí, ese es su nombre, y es que, aunque ya era bueno conocer
al gran Edgar Vivar, ver al mismísimo señor Barriga en persona fue
espectacular, algo que temí no lograr…y aunque ya no le hacía tanto
honor a su apellido como en otros tiempos, el carisma demostrado seguía tan presente
como siempre.
El show no tuvo precio…bueno, sí lo tuvo, pero creo que se
entiende la idea. Anécdotas, vivencias, canciones e interacciones con el público formaron parte de la función, incluso videos exclusivos de su archivo personal ya que Edgar solía grabar frecuentemente al elenco del Chavo con su cámara Super-8. Aunque no logró venir con su hijo Ñoño sí trajo el
maletín original que usaba cuando grababa la serie, el último que utilizó y del
que sacó otro tanto de nostalgias. La experiencia como show de por sí fue muy
buena, pero se maximizaba exponencialmente si además eras muy fan del
personaje.
Lo que remataba de manera genial la jornada era la posibilidad
de conseguir una fotografía junto al estelar del espectáculo, cosa que no dude en
buscar por más cola que tuviera que aguantar. Y precisamente en esa fila,
mientras esperaba esa oportunidad, fue cuando vino a mi mente el título de la
presente entrada del blog.
Sucede que sobre el escenario permanecía un barril,
prácticamente una copia del que usaba el Chavo en la vecindad, y todo el que
salía de fotografiarse con Edgar Vivar pasaba por allí, pero no solo pasaban
sino que se quedaban y hasta hacían cola para seguir tomándose fotos junto a él, no solo los niños
sino incluso algunos que hace muchísimo tiempo dejaron de serlo, aunque
aparentemente solo en el exterior. El entusiasmo de absolutamente todos, mientras lo
hacían, llamó poderosamente mi atención y es que, claro, ese no era el barril
original, ya se habían tomado la foto de rigor con el actor, pero nadie quería
dejar pasar la oportunidad de jugar y plasmar esos momentos también con el barril.
“Pero solo es un barril”, podría alguien decir; sin embargo,
aunque solo fuera eso, me di cuenta que no era solo por el barril (tan igual a
muchos otros) por lo que se quedaba la gente, sino por lo que representaba…y es
allí donde radicaba precisamente la magia de este objeto, pues evocaba buenos
recuerdos y alegrías relacionadas a un programa de televisión de casi medio
siglo de existencia, pero que todavía sigue vivo en los corazones de personas
mayores, no tan mayores y hasta de las nuevas generaciones, que al verlo sueltan
más de alguna risa por más repetitivas que se hayan vuelto aquellas retransmisiones.
Por supuesto, yo tampoco dejé pasar la oportunidad, pero
aunque me quede con recuerdos tangibles de aquella noche que me fue tan
especial, queda una lección que sin duda este gran actor con su show nos quiso
recordar, pues con su propio ejemplo y citando además la letra de una de las
canciones de Roberto Gómez Bolaños, demostró que por más que pasen los años, al
igual que Edgar Vivar, uno puede seguir siendo joven aún.
Mucha Barriga en conocerlo señor Gusto, vuelva pronto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario